Ya puedo morir. Ahora sí. Me asomo al precipicio, el mar está revuelto. La decisión está tomada. Soy libre, esta sensación de libertad me inquieta, respiro hondo, me tranquilizo, pienso en cómo me sentía hace justo un año:
<<¡Lo he conseguido! he seguido con éxito el camino hacia la luz, ese camino tortuoso hacia el despacho con ventana. Mujer, 43 años, 19 años en la multinacional.