Soy negro, me llaman Balduino pero me pega más Baltasar, hay mujeres a las que no gusto nada pero otras caen rendidas ante mis felinos ojos verdes.
Mi hermana parece una estrella de Hollywood con sus guantes marrones largos a lo Rita Hayworth y sus elegantes botas altas a juego todo con su naricita 'chocolate point'; El collar de piedras que brilla en su cuello le da un aire Audrey Hepburn; Sus preciosos ojos azules y su contoneo al caminar dejan embelesado a todo el que la mira. Nadie diría que somos mellizos. Jugamos mucho y, como buenos hermanos, nos peleamos que da gusto pero siempre dormimos juntitos para darnos calor.
Vivíamos en una buhardilla en el Madrid de los Austrias ¡Qué infancia más divertida! Nos íbamos de excursión por los tejados, ahí descubrimos nuestra pasión por las palomas, la 1ª vez que mamá nos vio casi le da un patatús pero luego nos dejaba la ventana abierta para que pudiéramos salir ¡Qué vistas! Una maravilla sentarse a contemplar las torres de la catedral de San Isidro iluminadas en las calurosas noches de verano. Una tarde cazamos una paloma y la metimos en el salón, lo llenamos todo de plumas, nos cayó una buena bronca.
Mi hermana parece una estrella de Hollywood con sus guantes marrones largos a lo Rita Hayworth y sus elegantes botas altas a juego todo con su naricita 'chocolate point'; El collar de piedras que brilla en su cuello le da un aire Audrey Hepburn; Sus preciosos ojos azules y su contoneo al caminar dejan embelesado a todo el que la mira. Nadie diría que somos mellizos. Jugamos mucho y, como buenos hermanos, nos peleamos que da gusto pero siempre dormimos juntitos para darnos calor.
Vivíamos en una buhardilla en el Madrid de los Austrias ¡Qué infancia más divertida! Nos íbamos de excursión por los tejados, ahí descubrimos nuestra pasión por las palomas, la 1ª vez que mamá nos vio casi le da un patatús pero luego nos dejaba la ventana abierta para que pudiéramos salir ¡Qué vistas! Una maravilla sentarse a contemplar las torres de la catedral de San Isidro iluminadas en las calurosas noches de verano. Una tarde cazamos una paloma y la metimos en el salón, lo llenamos todo de plumas, nos cayó una buena bronca.
Después nos mudamos a otra buhardilla en Malasaña, ahí fue cuando Fabiola se escapó, no me extraña, con la marcha que había en el barrio ¡Vaya disgusto! mamá puso carteles por todo el vecindario. Yo estaba encantado ¡todo para mí! Tanto que cuando volvió no hacía más que pegarla y nos tuvieron separados hasta que se me pasó. Por su culpa nos han puesto un collar con el teléfono que en cuanto puedo me quito.
Cuando mamá se mudó a Tenerife estuvimos 2 divertidos años con la tía Rocío en la sierra de Madrid. Ahora vivimos en Canarias ¡Eterna primavera! Somos el terror de los lagartos y en el parterre cazamos hasta ratones, ésto es vida, un buen lugar para llegar a viejos. Tenemos muchos amigos, algunos un poco hippies y con rastas ¡Cómo molan! A veces vienen a merendar a casa pero mamá los echa.
Se ha ido de casa, ha vuelto con un ojo hinchado por una pelea, se ha perdido 5 días por un barranco y ha aparecido con una herida en la pata: Fabiola. Yo, sin embargo, de estar todo el día tumbado al sol, parezco un gato surfero: me han salido 'mechas californianas' como a mamá; Ella viaja mucho, nos da 5 euros y nos las apañamos, acaba de volver de Londres enganchada al 'knitting', me encanta jugar con las madejas de lana ¡¡Espero que no se le ocurra hacerme unos patucos!! ¡¡O un jersey!!
Autor: Pepa de los Mares, Santa Cruz de Tenerife, 2015