Dilia me recibe con una sonrisa y un perro atado a una cuerda, me dice que se lo encontró debajo de la casa llorando, tenía una herida horrible en la cara y en la herida había gusanos y se los estuvo quitando con unas pinzas esta mañana y curando la herida. La perra parece contenta. Bajamos una calle perpendicular a la carretera general, justo a la altura en la que me ha parado el bus, al principio la calle tiene un tramito asfaltado que es una cuesta muy empinada hacia abajo y al llegar a la zona más llana ya es camino de tierra. La casa está enseguida.
Dejo mis cosas y nos vamos a ver la playa que está al final del mismo camino. Para entrar a la playa hay que abrir una puertecita de madera y justo encima de la puerta hay una palmera gigante de la que a veces caen cocos asesinos, esperemos que las estrellas se alineen en nuestro favor y no caiga ninguno justo en el momento en que estemos entrando o saliendo, porque no lo contamos.
La palmera justo encima de la puerta de acceso al camino de casa. |
¡Espectacular! ¡Qué playa! ¡Alucinante! Gigantesca y ¡nadie! ¡nadie! Algunos surferos cogiendo olas y ya. Nuestra casa está un poquito alejada del centro del pueblo, a 5 minutos nada más, caminamos hacia la zona de la playa que da al centro del pueblo para entrar por ahí y la playa sigue igual. Es Alucinante. Me acerco al Océano Pacífico para escuchar su sonido. Me llaman la atención los pájaros que vuelan a ras del mar, me quedo embobada viéndolos y escuchando el mar.
Playa de Olón. Ecuador |
Olón es un pueblo tranquilo que tiene de todo:
Su campo de fútbol |
Su iglesia |
Su parque infantil |
Sus vehículos |
Sus restaurantes y hostales |
Sus supermercados |
Sus colegiales |
Sus gallinas |
Sus contenedores de reciclaje |
Sus grafittis |
Sus librerías y papelerías |
Sus motos customizadas |
Sus gentes |
Y sus vendedores ambulantes:
Hasta un buzo en una pecera:
Dilia lleva ya un tiempo en Olón y conoce a todo el mundo, de hecho me ha pedido que le traiga de España medicinas para una señora del pueblo que está enferma, así que vamos a su casa y se las entregamos. La señora está a la entrada de la casa, postrada en una cama en una habitación que hace las veces de recibidor, salón, comedor, almacén y todo lo que se te pueda ocurrir. Es una señora mayor, que se ha hecho pequeñita. Hay un par de familiares con la señora hablando alegremente.
Seguimos camino y vamos al veterinario pero está cerrado. Dilia compró ayer un líquido violeta desinfectante para la herida y es lo que va a seguir haciendo, desinfectándosela. Dilia se va la semana que viene y está buscando alguien que quiera quedarse con el perro, de momento no hay suerte.... pasamos por la casa de otra señora que le dejó una correa de perro, para devolvérsela porque ahora la llevamos con la cuerda; esta señora lleva un pecho fuera, una vez Dilia le preguntó por qué y le contó que tiene herpes zoster y que le duele mucho si le roza la ropa así que lo lleva así por eso. Más adelante visitamos a otra señora que tiene una herida horrible en la pierna, la llamamos (a voces) y por fín sale, le decimos que se tiene que lavar la herida muy muy bien con jabón para que salga toda la pus y toda la costra y que se ponga la tirita que le llevamos (es un hidrocoloide, de la marca compeed) y que no se lo quite hasta que se le caiga, que la piel regenerará y cuando esté curada se caerá la tirita sola. Nos lo agradece, le preguntamos si quiere que la ayudemos, nos dice que no, insistimos en que LO TIENE QUE LAVAR MUY BIEN, nos dice que sí, que sí... esperemos que lo haga. Vamos ahora al hostal El Gran Azul, aquí conocen también a Dilia porque ella se quedó el mes pasado unos días. De hecho una de las chicas que está trabajando en El Gran Azul le dice que ella se queda con la perrita cuando Dilia se vaya ¡qué bien! ¡menos mal!
Nosotras nos estamos quedando en casa de un amigo de Dilia, y en la misma calle vive Luis, un percusionista mitad ecuatoriano mitad norteamericano, vive en la zona de San Francisco, ya está retirado y tiene aquí su 'otra casa', es simpatiquísimo y quedo en enseñarle el compás de bulerías en el cajón. Está haciendo ahora una pequeña reforma en su casa y el pobre está desesperado porque le dijeron unos plazos pero al empezar se dieron cuenta de que les faltaba el material, lo han encargado, tardará meses, de momento todo parado pero empantanado.... vamos, un clásico. Luis me avisa que cuando me meta en el agua a bañarme que entre al agua arrastrando los pies por la arena porque hay mantarrayas tranquilas enterradas en la arena sin hacerle nada a nadie y tú no las ves y las pisas y entonces ellas notan que alguien las ataca y ¡ZASCA! sacan su cola, la curvan hacia adelante y te clavan en el pie o la pierna (lo que encuentren antes) unas espinas que tienen en su cola, al clavarse sale el veneno y duele mucho y te pueden dar vómitos y diarreas. A su sobrino le picaron hace un mes y lo pasó fatal. Tomo nota.
Esta noche cenamos en casa con más amigos: además de Luis hay un argentino que se prejubiló, lo vendió todo y ahora vive en Olón, otro amigo ecuatoriano, otro colombiano/argentino y otra ecuatoriano/francesa que trae el ecuatoriano y cuya madre, por lo visto, tiene un hotelito en Ayampe, un pueblo también en la costa, a 21km de Olón. Hablamos de todo un poco, bueno, yo no, porque sigo afónica, y si fuerzo la voz es peor, así que hablo lo justo y escucho. Nos cuentan que en Ecuador si tienes un accidente de tráfico y eres culpable lo mejor que puedes hacer es salir huyendo (si puedes) antes de que llegue la policía porque si la policía llega y te pilla te meten en la cárcel directamente. La ecuatorianofrancesa dice que ella no lo sabía y hace unos 10 años, tendría ella unos veintipocos, le dió un golpe por detrás a otro coche, al de delante no le pasó nada pero cuando llegó la policía la cogieron y la llevaron a la cárcel y la encerraron ¡encima era viernes y hasta el lunes no la sacaron! me gustaría saber más y preguntarle pero como cada vez que abro la boca me pongo a toser y me salen lágrimas del esfuerzo, pues me quedo con las ganas...
Según observo a unos y a otros me doy cuenta de que Olón es un pueblo ideal para esconderse, para desaparecer del mapa una temporada, hayas hecho lo que hayas hecho, y vengas de donde vengas, es un sitio tranquilo, buena gente, nadie se mete con nadie... un sitio ideal para huir de un asesino, de un marido, de un acreedor... me pongo a inventarme historias: imagino que la ecuatoriano-francesa, con esa cara de buena niña, tan blanquita, con esas pequitas y ese pelo pelirrojo a lo Laura Ingalls está casada con un hombre de origen marroquí y que se ha dado cuenta de que su marido tiene relación con los radicales islamitas, se había quedado embarazada pero no quería tener el hijo con su marido, al que cada vez teme más, no le dice nada del embarazo y, antes de que se le note, decide venir a Ecuador a ver a su madre que está enferma de cáncer y necesita ayuda para llevar el hotel, así que viene a Ecuador, aborta y ahora está pensando cómo asesinar a su madre, o cómo hacer que su enfermedad se 'acelere' (madre a la que realmente odia porque la abandonó cuando era muy niña) y así tener una excusa para no tener que volver a Francia... y así con cada uno... la verdad que no hablo pero me lo estoy pasando bomba.
Por la mañana Dilia madruga para ir a coger olas, la perrita (que duerme fuera, debajo de la casa, son de estas casas que están levantadas del suelo por cuatro pilares y si miras por debajo ves el hueco) llora cuando la ve irse, le tiene un cariño tremendo y es a la única a la que hace caso. Cuando vuelve del surf hacemos operación 'curas', yo la sujeto mientras Dilia la cura con el líquido morado espantoso, parece tinta china, pobrecita, le debe doler pero es muy buena, ni muerde ni nada.
Me dice Dilia ¡Vamos a Montañita y así lo conoces!
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Seguimos camino y vamos al veterinario pero está cerrado. Dilia compró ayer un líquido violeta desinfectante para la herida y es lo que va a seguir haciendo, desinfectándosela. Dilia se va la semana que viene y está buscando alguien que quiera quedarse con el perro, de momento no hay suerte.... pasamos por la casa de otra señora que le dejó una correa de perro, para devolvérsela porque ahora la llevamos con la cuerda; esta señora lleva un pecho fuera, una vez Dilia le preguntó por qué y le contó que tiene herpes zoster y que le duele mucho si le roza la ropa así que lo lleva así por eso. Más adelante visitamos a otra señora que tiene una herida horrible en la pierna, la llamamos (a voces) y por fín sale, le decimos que se tiene que lavar la herida muy muy bien con jabón para que salga toda la pus y toda la costra y que se ponga la tirita que le llevamos (es un hidrocoloide, de la marca compeed) y que no se lo quite hasta que se le caiga, que la piel regenerará y cuando esté curada se caerá la tirita sola. Nos lo agradece, le preguntamos si quiere que la ayudemos, nos dice que no, insistimos en que LO TIENE QUE LAVAR MUY BIEN, nos dice que sí, que sí... esperemos que lo haga. Vamos ahora al hostal El Gran Azul, aquí conocen también a Dilia porque ella se quedó el mes pasado unos días. De hecho una de las chicas que está trabajando en El Gran Azul le dice que ella se queda con la perrita cuando Dilia se vaya ¡qué bien! ¡menos mal!
Nosotras nos estamos quedando en casa de un amigo de Dilia, y en la misma calle vive Luis, un percusionista mitad ecuatoriano mitad norteamericano, vive en la zona de San Francisco, ya está retirado y tiene aquí su 'otra casa', es simpatiquísimo y quedo en enseñarle el compás de bulerías en el cajón. Está haciendo ahora una pequeña reforma en su casa y el pobre está desesperado porque le dijeron unos plazos pero al empezar se dieron cuenta de que les faltaba el material, lo han encargado, tardará meses, de momento todo parado pero empantanado.... vamos, un clásico. Luis me avisa que cuando me meta en el agua a bañarme que entre al agua arrastrando los pies por la arena porque hay mantarrayas tranquilas enterradas en la arena sin hacerle nada a nadie y tú no las ves y las pisas y entonces ellas notan que alguien las ataca y ¡ZASCA! sacan su cola, la curvan hacia adelante y te clavan en el pie o la pierna (lo que encuentren antes) unas espinas que tienen en su cola, al clavarse sale el veneno y duele mucho y te pueden dar vómitos y diarreas. A su sobrino le picaron hace un mes y lo pasó fatal. Tomo nota.
Esta noche cenamos en casa con más amigos: además de Luis hay un argentino que se prejubiló, lo vendió todo y ahora vive en Olón, otro amigo ecuatoriano, otro colombiano/argentino y otra ecuatoriano/francesa que trae el ecuatoriano y cuya madre, por lo visto, tiene un hotelito en Ayampe, un pueblo también en la costa, a 21km de Olón. Hablamos de todo un poco, bueno, yo no, porque sigo afónica, y si fuerzo la voz es peor, así que hablo lo justo y escucho. Nos cuentan que en Ecuador si tienes un accidente de tráfico y eres culpable lo mejor que puedes hacer es salir huyendo (si puedes) antes de que llegue la policía porque si la policía llega y te pilla te meten en la cárcel directamente. La ecuatorianofrancesa dice que ella no lo sabía y hace unos 10 años, tendría ella unos veintipocos, le dió un golpe por detrás a otro coche, al de delante no le pasó nada pero cuando llegó la policía la cogieron y la llevaron a la cárcel y la encerraron ¡encima era viernes y hasta el lunes no la sacaron! me gustaría saber más y preguntarle pero como cada vez que abro la boca me pongo a toser y me salen lágrimas del esfuerzo, pues me quedo con las ganas...
Según observo a unos y a otros me doy cuenta de que Olón es un pueblo ideal para esconderse, para desaparecer del mapa una temporada, hayas hecho lo que hayas hecho, y vengas de donde vengas, es un sitio tranquilo, buena gente, nadie se mete con nadie... un sitio ideal para huir de un asesino, de un marido, de un acreedor... me pongo a inventarme historias: imagino que la ecuatoriano-francesa, con esa cara de buena niña, tan blanquita, con esas pequitas y ese pelo pelirrojo a lo Laura Ingalls está casada con un hombre de origen marroquí y que se ha dado cuenta de que su marido tiene relación con los radicales islamitas, se había quedado embarazada pero no quería tener el hijo con su marido, al que cada vez teme más, no le dice nada del embarazo y, antes de que se le note, decide venir a Ecuador a ver a su madre que está enferma de cáncer y necesita ayuda para llevar el hotel, así que viene a Ecuador, aborta y ahora está pensando cómo asesinar a su madre, o cómo hacer que su enfermedad se 'acelere' (madre a la que realmente odia porque la abandonó cuando era muy niña) y así tener una excusa para no tener que volver a Francia... y así con cada uno... la verdad que no hablo pero me lo estoy pasando bomba.
Por la mañana Dilia madruga para ir a coger olas, la perrita (que duerme fuera, debajo de la casa, son de estas casas que están levantadas del suelo por cuatro pilares y si miras por debajo ves el hueco) llora cuando la ve irse, le tiene un cariño tremendo y es a la única a la que hace caso. Cuando vuelve del surf hacemos operación 'curas', yo la sujeto mientras Dilia la cura con el líquido morado espantoso, parece tinta china, pobrecita, le debe doler pero es muy buena, ni muerde ni nada.
Me dice Dilia ¡Vamos a Montañita y así lo conoces!
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