domingo, 29 de julio de 2018

Segundo día en La Habana ¡Fiebre de sábado noche!

Me despierto a las ocho de la mañana, voy al wc, Daniela me escucha y sale al pasillo. 

—No, no, el desayuno todavía no, me vuelvo a la cama, un ratito más… a las diez, como habíamos quedado —le digo.
Se ríe y se vuelve a meter en su habitación. Yo me vuelvo a la camita y duermo una hora y media más, con la ventana abierta y la luz entrando ¡qué rico! Está lloviendo, no hace calor. Después de mi ducha mañanera salgo a desayunar y hoy tengo, además de los huevos, la fruta y las tostadas, zumo de una fruta que Daniela me dice que se llama zapote o maey, buenísima. Todavía no he dado señales de vida en casa porque no he visto dónde conectarme. Daniela me dice que cruce al otro lado de Boyero y vaya por la Calle Tulipán hasta el Hotel Tulipán (que es donde se están quedando los familiares del avión que se estrelló la semana pasada..) y que allí en la misma Calle Tulipán está la entrada a la cafetería, que entre y me siente, que no hace falta que consuma nada y que tendré conexión a internet. Como está lloviendo me llevo el chubasquero.

Casa en La Habana Nuevo Vedado
En el balcón granate (segundo piso a la derecha) está mi casa en La Habana

Cruzar Boyero es raro, es como cruzar la Castellana por en medio sin pasos de peatones ni semáforos, primero me fijo en lo que hace la gente y cada uno cruza por donde puede, así que aquí voy, sorteando los coches, no hay muchos coches, menos mal, de cuando en cuando una avalancha pero hay bastantes claros. Al otro lado está el Ministerio de Transporte.

Ministerio de Transporte. La Habana

Ministerio de Transporte. La Habana

Me llama la atención otro edificio grande al lado, me desvío para verlo y es el Ministerio de Agricultura, me fijo que un poco más adelante hay un mercado ¡qué emoción! ¡qué bien que me haya desviado!

Ministerio de Agricultura. La Habana

Me acerco al mercado a echar un vistazo, está muy animado, hay muchos puestos de comida, uno de los puestos luce orgulloso el escudo del Fútbol Club Barcelona, jajaja. El mercado está cercado con una malla de alambre y en el bar que hay en la esquina está encendido un neón con la palabra OPEN, a lo yankee.

Mercado de Tulipan. La Habana

Mercado de Tulipan. La Habana

Llego a la cafetería del hotel y un empleado en la puerta me pregunta dónde voy, le digo que a la cafetería y me dice que está cerrada, le pregunto que hasta cuándo y me dice que la han cerrado, le pregunto dónde puedo conectarme a internet que no he dado señales de vida en casa y me dice (muy simpático) que rodee el hotel hacia la parte de atrás y que allí veré gente conectada, así que doy la vuelta y efectivamente veo un par de personas pegadas al muro del hotel con sus móviles, empieza a arreciar… vaya, lo que me faltaba. Saco el movil y logro conectar con mi usuario y mi contraseña de la famosa tarjetita, se me descargan mil millones de whatsapps y otros tantos mails, la conexión es horrible y se descarga todo ‘a medias’. Ecribo a familia y amigos, contesto algo del trabajo y desconecto ¡está diluviando! 

Hotel Tulipan. La Habana

De vuelta a casa me fijo que en el edificio de la esquina de mi calle, el de al lado de mi casa, está la ‘Sociedad Teosófica’, así que ya sé identificar mi calle.

Sociedad Teosófica. La Habana

Llego a casa con la sensación de estar empapada, pero al quitarme el chubasquero estoy seca, cuelgo el chubasquero en una de las mecedoras para que escurra un poco, es un chubasquero buenísimo que no se empapa, de la marca uniqlo, totalmente recomendable, súper ligero y no te mojas nada, una gozada, yo lo compré por internet, lo único que a Canarias no lo envían así que lo pedí a casa de mi madre en Madrid.

Daniela me ha dicho que me ha llamado Alfonso, le llamo de vuelta y le digo que me voy a ir para el centro, me dice que me pasa a buscar en una hora, que está lloviendo y que él me recoge y me lleva a la Habana Vieja, que es donde le digo que quiero ir. Lucas se ha dormido, me echo un rato en mi cama y me pongo a ordenar fotos ¡madre mía, tengo un catálogo de coches antiguos! me duermo cinco minutillos (o diez) me levanto, taconeo un poco, me voy al salón, Lucas se ha despertado, bueno, ya ha pasado una hora, me asomo al balcón, no veo coche rojo alguno, me siento en el salón, juego con Lucas, le doy una pelota, la tira, un teléfono de juguete, lo tira, una vaquita, un coche, la tira, lo tira, estamos en la etapa de tirarlo todo, se lo vuelvo a meter en el corralito, lo vuelve a tirar, es más rápido que yo…. cada diez minutos me asomo al balcón, bueno, tranquilidad, estamos en horario cubano. ¡¡¡tres horas después de la llamada en la que me dijo que en una hora  me recogía suena un claxon!!! me asomo y el coche rojo ¡¡¡yupiiiiiiiiiii!!!

Bajo corriendo las escaleras y me meto en el coche. Diluvia, Alfonso me dice que le había dicho a un músico amigo suyo que le dejaba un tambor para una actuación y que había tenido que esperar a que fuera a recogerlo y por eso había tardado. —Fenomenal —le contesto.

Y ponemos rumbo a la famosa ‘Habana Vieja’. Pasamos por El Capitolio, que está en obras, por El Teatro también pasamos y le digo que quiero ir a ‘La bodeguita del medio’. Es muy gracioso porque está diluviando y él tiene funcionando solo su limpiaparabrisas, que es independiente del mío, así que yo lo veo todo divertida en modo miope total.

La Habana Vieja desde coche con lluvia

La Habana Vieja desde coche con lluvia

Aparcamos todo lo cerca que podemos, diluvia, voy a sacar el chubasquero y ¡cielos! me lo he dejado en casa colgado de la mecedora. Alfonso saca su súper ‘sombrilla’ (es gigantesca, pero cuando fuí esta mañana al mercado ya me había fijado yo que eran todas así) vamos caminando sorteando agujeros, las calles son tremendas, agujeros por todos lados. 

Al llegar a la Bodeguita los precios son criminales, claro, de güiri total: los mojitos a 5 cuc (como US 5 y las cervezas cristal a 3) —Aquí te dan un latigazo con los precios —comenta Alfonso. Jajajjaaj, me encantan sus expresiones.

Hay un grupo tocando música en vivo, la bodeguita es enana (la zona de la barra, luego dentro hay un comedor) y ¡menos mal que llueve! porque así casi no hay güiris, ésto un día bueno debe ser imposible. 

pepa de los mares y el maestro alfonso aldama en la bodeguita del medio

En una de las paredes pone:
<<Ya lo dijo Dulcinea
amante de Don Quijote
quien se tome aquí un mojito
se relame hasta el bigote>>


La chica del grupo es multi-instrumento: tan pronto canta como toca la flauta (por cierto que el contrabajista es igual a uno de los de ‘Los Manolos’ <<all my lovin', lailolailolaaaa…>>)…


…como tan pronto toca las maracas o saca la cesta para las propinas, mientras el cantante improvisa letras para su público entregado.


Vamos hacia el coche, pasamos por la catedral pero está cerrada y seguimos hacia el coche y justo en la calle donde hemos aparcado oímos música, como de agongó, güiro y tumbadora, viene de uno de los edificios que tenemos enfrente


Salen un par de personas del edificio y nos dicen que subamos si queremos, nos asomamos al portal y entramos, hay un patio al fondo detrás de una reja y hay una escalera rodeando un ascensor antiguo (que no funciona, por supuesto) de éstos que están a la vista con una reja negra para que nadie se cuele por el hueco. 

Edificio en la Habana Vieja. Hueco de ascensor antiguo con reja

Empezamos a subir la escalera, el sonido viene de la parte de arriba, el edificio está en ruinas. Alfonso me dice que no haga fotos ni grabe cuando lleguemos, así que yo grabo solo el inicio del ascenso. 


Vamos como a un sexto piso, Alfonso me dice que porque soy yo, que ésto si no él no lo sube ni de broma, yo se lo agradezco en el alma, le digo que si quiere subo yo sola pero me dice que no, que mejor que él me acompañe. Según vamos subiendo pisos podemos ver como una corrala en el centro del edificio que da al patio y gente en los pasillos de la corrala, todo muy destartalado. 

Corrala en edificio en La Habana Vieja

El edificio, en su día, tuvo que ser de lujo, los accesos a las viviendas tienen una reja y en algunas hay figuras en la entrada.

puerta de cssa en edificio en habana vieja

Hay vidrieras pintadas, al otro lado de la corrala un niño me observa desde una puerta.

corrala habana vieja

Al llegar arriba (un sexto piso) los músicos nos sonríen y nos invitan a pasar, no hay una puerta, es como el descansillo de arriba, donde acaba la escalera, los músicos están apoyados en la pared, haciendo esquina, hay dos tocando güiro, uno tocando tumbadora y otro tocando un martillo a modo de agongó, hay muchas personas bailando enfrente de ellos, a mi lado un niño con síndrome de down bailando también, yo me uno al baile, sacan una botella de vino seco y echan un poco en el suelo, es para San Lorenzo, me dice Alfonso. Están todos como embrujados bailando, yo me meto en el embrujo, bailo, me sonríen y les sonrío, me dejo llevar por la energía del ritual. Alfonso saluda a los músicos y se queda en un lado. Hay hombres, mujeres y niños bailando, las mujeres llevan faldas largas. Es un momento mágico, yo me siento afortunada de poder estar aquí, no hay extranjeros. Después de disfrutar un ratito le digo a Alfonso que cuando quiera y me dice que les deje algo a los músicos para el santo, yo les dejo unos billetes y bajamos la escalera, bajo feliz, y agradecida y afortunada de poder caminar La Habana con 'el maestro', que te abre las puertas allá donde va. Me dice que lo que hemos escuchado se llama Bembé, que es una fiesta de la religión Yoruba, donde cantan a los Orishas (sus santos) y que hoy había dos güiros pero que suelen ser tres, una tumbadora y el agongó (martillo).

Ya en el coche nos vamos hacia el Vedado y le digo a Alfonso que me gustaría ir al Jazz Café para ver los horarios. El Jazz Café está en la parte alta de un centro comercial que da al mar. En el Jazz Café me dicen que los conciertos son todas las noches a las 22h, que cuesta 10cuc y que incluye dos cóctails. Nos sentamos y aprovechamos para comer algo: las cervezas son a 1.80cuc, un plato principal son 5cuc y una hamburguesa son 3cuc pero ¡ojo! tanto el plato principal como la hamburguesa vienen sin acompañamientos, por ej. el plato principal viene sin arroz que tienes que pedirlo aparte y no te avisan…. y la hamburguesa si te avisan por si le quieres incluir ensalada o queso….

Jazz Café. La Habana


Aprovecho que el Meliá Cohiba está justo enfrente para entrar a preguntar por los conciertos de Jazz que me han dicho que suele haber. Alfonso me espera en el coche. Entro a un hall enorme y lujoso con unos sillones que invitan a sentarte y quedarte leyendo, lámparas de diseño, todo limpísimo y muy amplio. Me dicen que el Jazz es en el piso de arriba en ‘La casa del Habano’, subo  y hay unos cuadros y esculturas preciosas en los pasillos. El camarero muy simpático me informa de que todas las noches hay música en vivo, que la entrada es gratis, que las cervezas son a 3 o a 4cuc dependiendo de la marca y que los del lunes y martes son buenísimos, que espera verme por aquí.

Meliá Cohiba. La Habana

Meliá Cohiba. La Habana

—Alfonso, ahora vamos al ‘Gato Tuerto’ que me han dicho que hay música en vivo —le pido. Al llegar me bajo del coche y me dice el portero que todas las noches a las 23h hay música en vivo, que cuesta 5cuc pero que no es Jazz sino tipo bolero. También me dice que es restaurante y está abierto para comidas y cenas.

El Gato Tuerto. La Habana

En el coche vamos escuchando la canción ‘Fiesta’ de R.Kelly, grabo un vídeo desde el coche viendo recorriendo las calles de La Habana y con este tema de fondo pero me da miedo colgarlo en youtube por los derechos de autor del tema, que no sé cómo se pide permiso, así que no lo cuelgo por si acaso. La siguiente parada es en ‘La zorra y el cuervo’. La entrada es por una cabina de teléfonos tipo inglesa, está cerrado y en la puerta está la programación. Hay Jazz todas las noches, abren a las 22h y la entrada cuesta 10cuc e incluye dos cóctails.

La zorra y el cuervo. La habana


¡Qué bien! me voy contenta con mi ruta porque así ya sé que una noche iré al Jazz Café, otra al Meliá y otra a La Zorra y el Cuervo. (ver Jazz en La Habana).

Alfonso me dice que esta noche hay concierto en ‘El Palacio de la Rumba’ y le gustaría que fuera si me apetece. —¡Claro! —le contesto emocionada. Así que nos vamos hacia su casa puesto que el Palacio queda al lado. Entramos al salón, me ofrece una cerveza que acepto encantada, pone la tele y deja la puerta abierta de modo que los vecinos y amigos van pasando y saludando y luego se van.  En la televisión están las noticias y hablan de la ‘Tormenta Alberto’ que está dejando a algunos pueblos de Cuba incomunicados. El hombre del tiempo en su previsión habla como todos los hombres del tiempo del mundo, con una previsión del tipo: mañana intervalos nubosos, podrá llover... o no... jajaja, un clásico. Al acabar aparece un anuncio de una freidora de aire caliente que cocina sin grasa y es buena para el colesterol (no había oido hablar de esta freidora en la vida, tampoco veo la tele, y bueno... cocinar... lo justo...). 


Uno de los amigos de Alberto que viene se llama Vicente, trabaja en La Tropicana de percusionista desde hace veinte años, Vicente llama ‘padrino’ a Alfonso. Vicente y Alfonso me dicen que cuando hay estas lluvias tan fuertes más de una casa de la 'Habana Vieja' se derrumba y hay que desalojar a la gente. Como son las ocho de la tarde y todavía queda un rato para ir al Palacio le digo a Alfonso que me voy a acercar andando a la plaza donde está el Palacio de la Rumba y así me conecto a internet. Vicente me dice que me acompaña y ya sigue él camino. En la plaza hay un montón de personas ‘conectadas a internet’ con los móviles, me uno a la fiesta —¡Qué lento va ahora! —pienso. 

Media hora más tarde voy para la casa de vuelta, las calles están desiertas y con zonas muy oscuras,  está todo tan tranquilo que me da un poco de miedo pero pienso en lo que me han dicho y lo que he visto hasta ahora y que Alfonso me ha contado que aquí la gente si hace algo les meten en la cárcel y que nadie quiere ir a la cárcel porque se pasa fatal, pero fatal de verdad, y que por eso casi no se arriesgan a liarla, y además he visto a muchas mujeres de diferentes edades caminar solas con tranquilidad, así que me calmo, en la esquina de la manzana antes de llegar a casa de Alfonso hay un par de chicos de unos treintaytantos años bebiendo, me da la sensación de que me van a decir algo, se me acelera un poco el corazón y, efectivamente, al pasar por su lado me dice uno de ellos —Buenas noches, belleza. Yo sigo andando muy digna hacia casa de Alfonso y la verdad es que me calmo y sonrío pensando ¡Hombre, primera vez que me dicen algo por la calle! mis amigas y amigos de España me habían dicho que me preparase para todo el rato estar oyendo piropos y ¡El primero hoy!, en realidad no me siento intimidada porque no los veo agresivos, me sentía más asustada hace unos minutos que ahora, me hablan desde la distancia, probablemente si me paro a hablar con ellos son simpáticos, están casados, tienen mil churumbeles y si se tercia se dan una alegría al cuerpo y te piden que les lleves para España… o no, pero no de una manera agresiva, el caso es que si no te acercas no te invaden. Sigo hasta casa de Alfonso y ellos mismos me ven entrar en la casa del vecino. 

La Habana de noche. Barrio Pueblo Nuevo

La Habana de noche. Barrio Pueblo Nuevo. Grafitti. La inocencia es un vicio que se ha perdido

Alfonso ya está listo, nos metemos en el coche y vamos para el ‘Palacio de la Rumba’. En la plaza me presenta a Miriam, una negra muy delgadita, vestida de blanco con unas gafas de pasta blanca y unas uñas postizas blancas y larguísimas, unas perlas blancas, una diadema con una flor blanca ¡no le falta detalle! ¡súper coqueta! ¡me encanta! le echo unos diez años más que yo. Miriam nos ha reservado una mesa cerca del escenario, entramos y ¡hace un frío que pela! está el aire acondicionado a tope, Miriam me dice que ella vive al lado y que se ha dejado una cosa en su casa y que me trae un abriguito. En lo que ella vuelve nos pedimos una cerveza en una de las ‘ventitas’ de la plaza, que no es más que el salón de la casa de unos señores que han puesto una barrita y han dejado la puerta abierta.

Pepa de los mares y miriam enfrente del palacio de la rumba. la habana

ventita casera al lado del palacio de la rumba. la habana

Llega Miriam con mi chaquetita, una especie de sudadera de borreguito súper calentita y de un tacto muy suave, me dice que puedo pasar la cerveza de la calle sin problema. Alfonso se queda fuera con unos amigos. Pago mi entrada, 10cuc sin consumición. En la mesa que tenemos reservada Miriam me presenta a Tailyn y a Maya. Tailyn es una percusionista que toca en un grupo que son 12 chicas, me dice que mañana domingo tocan en el callejón de Hamel y que me vió ayer allí cuando fuí con Alfonso. 

—¡Es verdad! —le digo—. Estabas en la puerta de uno de los locales y nos presenó Alfonso.

Maya es de Estados Unidos pero de origen cubano, ha venido de vacaciones, muy agradable, oigo que Maya le dice a Tailyn que ‘se recibió’ el año pasado y que su madrina es Jenny que vendrá ahora. Maya habla conmigo y me dice que Jenny fue su profesora de baile que ella no sabía ni bailar salsa ni rumba ni nada siendo cubana y se vino a encontrarse con sus orígenes. Cuando llega Jenny veo que tiene las mismas uñas blancas postizas y kilométricas que tiene Miriam, lleva el pelo suelto, largo y con una cinta en la frente, muy coqueta también. El grupo de esta noche se llama ‘Ronald y la Explosión Rumbera’. Se ven los instrumentos (todo percusión) y los micrófonos en el escenario pero de momento están poniendo salsa. Me sacan a bailar ¡qué bien! no es tan fácil, soy la única güiri de momento, pero ya una vez me saca uno es un no parar. Le dejo a Tailyn la sudadera de Miriam porque Tailyn va con tirantes y se está pelando de frío.

Tailyn y pepa de los mares en el palacio de la rumba. la habana

Empieza ya el concierto tocando rumba, hay percusión, un cantante principal y un coro, empiezan los temas y luego sale una pareja a bailar la rumba, como en el concierto de ayer, en una especie de ritual de seducción, el hombre y la mujer por separado van acercándose y alejándose, cada uno con un pañuelo, los movimientos son muy sensuales. 


En uno de los temas los bailarines invitan al público a salir a bailar, estamos todos súper animados bailando.


Nos sentamos y empiezan a tocar un tema y sale a bailar un hombre, me dice Alfonso que es una Columbia y que la bailan solo los hombres ¡me quedo petrificada! ¡qué bien baila! de pronto da un salto y se sube al escenario, sigue bailando, luego baja de otro salto y se va bailando, yo sigo con la boca abierta.


Después del primero sale otro bailarín que cuando empieza a bailar lo hace con una elegancia que la boca sigo sin poder cerrarla, parece que baila flamenco en los primeros movimientos, una belleza, me da pena porque corto el vídeo justo antes de que acabe y acaba saliendo del escenario con unos movimientos de brazos que parece un pájaro volando, yo lo veo y te lo cuento, puedes imaginártelo, los brazos como si estuviera bailando el Lago de los Cisnes, me quedo fascinada. Me acuerdo de mi amiga Patricia la colombiana y cómo ella estaría disfrutando de ésto ahora mismo.


Hay un descanso y ponen salsita para bailar, me sacan a bailar ¡qué bien! Las cervezas las estamos comprando en la ventita de fuera, la gente fuera está apoyada en los muros de las casas con el móvil en la mano conectándose con el mundo exterior. Vamos ahora a otra ventita, en la nevera un cartel reza <<SI TE CAIGO MAL COGE UN TURNO, TOMA ASIENTO, Y ESPERA A QUE ME IMPORTE>>

pillando wifi en la calle enfrente palacio de la rumba. la habana

cartel en una ventita en la habana. si te caigo mal coge turno, toma asiento y espera a que me importe

Entro de nuevo y veo que el escenario lo han cambiado, ahora hay tres tambores batá (de los que Alfonso es experto) tapados con telas que tienen unos bordados brillantes, impresiona.

Batás en el Palacio de la Rumba. La Habana

Voy al wc y hay una señora en la entrada que me pide dinero para entrar, me voy a por la cartera, se lo digo a Alfonso y él me da una moneda de dinero local (1 cup) para que le dé, entonces ella me dice que eso es poco, le digo que yo no sé, me dice que pase pero que la próxima vez son 25cup cada vez, se lo agradezco, me da un poco de papel higiénico y entro. Cada vez que vaya tengo que pagar me dice, o puedo pagar 2 cuc y tengo barra libre de pis toda la noche. Empiezan a tocar y del fondo de la sala, del público, sale bailando de entre la gente un personaje vestido como de diablillo, de color negro y blanco, con un puro en la boca, es uno de los santos orishas de la religión yoruba, le cantan a este santo, veo que algunas personas se le acercan y le ponen billetes en el tocado, de modo que le asoman por la cara, por debajo del pañuelo que lleva en la cabeza, a modo de parche pirata. Lleva un palo en una mano, como un hacha, al pasar por mi lado me da un empujón que me tira para adelante. Sigue hacia el escenario y después se va hacia un lado.  Es travieso, hace bolteretas. Es Shangó, creo entender que me dicen porque con la música casi no entiendo.


Siguen cantando a otro santo y aparece del público otra bailarina vestida de amarillo, con un tocado amarillo y una enagua blanca, la música tiene una cadencia más lenta, es Oshun. Igual que antes hay personas que se le acercan y le ponen billetes, ella les abraza, les hace como un ritual y sigue bailando.


Luego aparece otra vestida de azul y dorado y con una especie de plumero en la mano que va moviendo, creo entender que es Yemayá


Ahora aparece Obbatala, un hombre vestido de blanco, tiene unos ojos azules casi blancos, parece albino. Impresiona.


Al final salen todos bailando, y se van yendo del escenario, yo me quedo anonadada, miro alrededor y no hay guiris, es un espectáculo de cubanos para cubanos. ¡Me ha encantado! He visto rumba, columbia y ahora los tambores batá cantando a los Orishas. Tengo un poco de lío de nombres de los Orishas, mañana le pregunto bien a Alfonso.


Alfonso me lleva a casa, me quedan pocos pesos, la cerveza aquí entra como el agua, tengo que cambiar dinero pero mañana es domingo, no se si estará abierta la casa de cambio. Al llegar a casa  están todos durmiendo, hace fresquito ¡increíble! la tormenta Alberto haciendo de las suyas, duermo con la ventana y las contraventanas cerradas.

¡Qué emoción! mañana más, mañana es domingo, en el Callejón de Hamel hay conciertos al aire libre y Tailyn toca en su grupo, le digo a Alfonso que mañana quiero ir al callejón, quedamos en hablar por la mañana… con la calma. Hoy ni me quedo leyendo ni escribiendo ni nada, a dormir, son ya las dos de la mañana, es tardísimo. ¡Llevo solo dos días y parece que llevo ya un mes! es todo muy intenso.

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